Mirad este vídeo, no tiene desperdicio! Son imágenes del musical de El Rey León que preparamos con los patojos de Casa Guatemala. Se estrenó en junio... se representó en El Castillo de San Felipe y otras dos veces más en la propia Casa Guatemala para todos los padres y vecinos de las aldeas cercanas. Se puso muchísima ilusión y esfuerzo. Cada fin de semana rugían muchísimos leones y se escuchaba el acunamatata por toda la selva. Tanto niños como adultos trabajaron por aprenderse el papel, elaborar el decorado, ingeniar el vestuario y el maquillaje.
Al verlo recordé por qué me fui. Rememoré todo lo vivido allá, cada sonrisa, cada mimo, cada momento... cada una de las personas que conocí y todo lo que me aportó cada una de ellas, tanto grandes como pequeñas. Quiero abrazar a cada una de mis niñas y darlas su beso de buenas noches tras un "sueña con los angelitos, preciosa", quiero leer un libro en las hamacas de la casa de varones, lanzarme desde el trampolín del muelle. Echarle la basura a los chanchos, tener reunión de voluntarios, desayunar una deliciosa tortilla de bart, o en su defecto, arroz y frijolitos. Quiero tener que decir cada 5 minutos "apúrense, muchan", revisar la tarea del patio y tomarme ese té de Lara, hacer un puzzle en la clínica, recoger el pedido... Quiero recordar siempre lo que aprendí, quiero mirar atrás y recordar Casa Guatemala, nuestra pequeña burbujita en mitad de la selva, como la mejor decisión de mi vida, ir, y mi mayor experiencia, la vivida allá. Quiero no girar nunca la cabeza ante las injusticias, ante la pobreza, ante el que no es igual... Quiero, en realidad, no olvidar, que nada me sea indiferente.
Son unos cuantos minutos... disfrutad de ellos!!
Al verlo recordé por qué me fui. Rememoré todo lo vivido allá, cada sonrisa, cada mimo, cada momento... cada una de las personas que conocí y todo lo que me aportó cada una de ellas, tanto grandes como pequeñas. Quiero abrazar a cada una de mis niñas y darlas su beso de buenas noches tras un "sueña con los angelitos, preciosa", quiero leer un libro en las hamacas de la casa de varones, lanzarme desde el trampolín del muelle. Echarle la basura a los chanchos, tener reunión de voluntarios, desayunar una deliciosa tortilla de bart, o en su defecto, arroz y frijolitos. Quiero tener que decir cada 5 minutos "apúrense, muchan", revisar la tarea del patio y tomarme ese té de Lara, hacer un puzzle en la clínica, recoger el pedido... Quiero recordar siempre lo que aprendí, quiero mirar atrás y recordar Casa Guatemala, nuestra pequeña burbujita en mitad de la selva, como la mejor decisión de mi vida, ir, y mi mayor experiencia, la vivida allá. Quiero no girar nunca la cabeza ante las injusticias, ante la pobreza, ante el que no es igual... Quiero, en realidad, no olvidar, que nada me sea indiferente.
Son unos cuantos minutos... disfrutad de ellos!!
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