Nunca tuve dudas. Nunca con respecto a quien es, a mi humilde parecer el rey de la tauromaquia. Sin despreciar a los que están en la cima del toreo, sin despreciar a los que se juegan la vida sin estarlo, sin despreciar a los que no están y deberían. Nunca tuve ni la más mínima de las dudas. Es el mejor.
José Tomás vino casi de la puerta del más allá para quedarse entre los vivos y demostrar que aún queda mucho por sembrar. Con su mirada perdida en la profundidad de su ser, José Tomás es emoción y riesgo desde que el astado pisa la arena hasta que rueda en la misma y en esos largos minutos que dura la lidia su rostro persiste imperturbable,su mirada siempre fija, su cuerpo siempre erguido y su valor siempre patente.
No hay éxito en la faena si no se masca la tragedia.La faena no transmite al público si éste no está expectante.Ayer José Tomás confirmó la alternativa ante aquellos críticos que pensaban y piensan que el toreo insípido y sin riesgo es comparable si no superior al toreo de JOsé Tomás . Ahora ante una afición quizás más torista que torerista, demostró que el valor renovado tras la grave cogida es el mismo de antaño, y que ni siquiera estando tan cerca de la muerte, este hombre puede amedrentarse.
No podemos olvidar que dentro del torero existe un hombre con sus miedos, con sus recelos, con sus dudas y con sus ilusiones. Viendo a José Tomás nos olvidamos de esa parte humana del torero y nos quedamos con su mirada impasible, con su rostro serio y su rectitud ante el peligro. Nos quedamos ante el mejor de los toreros.
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