Mañana es el día de Andalucía, un año más se izará la bandera en la puerta del ayuntamiento y se interpretará el himno andaluz...Sólo.................
Los andaluces que apostamos por nuestra autonomía hace 29 años estamos más convencidos hoy, tres décadas después de aquella fecha histórica, de que tenemos las capacidades y las oportunidades para crecer, mejorar y ponernos a la cabeza del progreso social y económico en España.
Hace dos años nos dotamos de un nuevo Estatuto para alcanzar un desarrollo pleno de nuestros derechos y alcanzar nuevas cotas en nuestro peso específico en el conjunto del país y en el contexto internacional. Sin embargo, la realidad nos demuestra que los andaluces andaluces, pese a ser los mejores, estamos a la cola.
En los últimos 25 años, los andaluces representan el 25% del total de parados nacionales. Más de 280.000 familias tienen a todos sus miembros sin trabajo y las previsiones económicas reflejan que la convergencia real con otras autonomías y el resto de Europa se aleja a pasos agigantados.
Andalucía precisa reformas urgentes y, sin embargo, llevamos ocho años en los que no se ha llevado a cabo ninguna. De hecho, de las 40 nuevas leyes que se deben aprobar para ejecutar el desarrollo estatutario sólo se han aprobado dos, la de Grandes Ciudades y la de Mediación Familiar.
En materia de financiación, el Estatuto está incumplido de la A a la Z, ya que no está preservada la solidaridad, no se ha actualido el sistema de financiación ni se ha garantizado la compensación, año a año, por la desaparición del impuesto del patrimonio.
La deuda histórica ha quedado en papel mojado y el presidente de la Junta ha sumado un nuevo incumplimiento traicionando los intereses de todos los andaluces.
Finalmente, los ayuntamientos, la administración más cercana a los ciudadanos, aún siguen asumiendo competencias que no les corresponden y que no están dotadas de fondos suficientes para ejecutarlas. El Pacto Local, pendiente desde 1990, debe ser una prioridad y, sin embargo, no sólo no se llevará a cabo sino que los ayuntamientos tendrán que cargar con el coste de la aplicación de las leyes de derecho a la vivienda y a la inclusión social.
Andalucía no puede seguir pagando la conducta irresponsable de dirigentes que tienen alergias a cualquier reforma. El futuro sólo se puede encarar desde un andalucismo constitucional, que consagre los principios de solidaridad entre los territorios, en la igualdad de todos los españoles y en la libertad para expresarnos y decidir nuestra suerte. Hay que decir basta a la doble vara de medir. Hay que decir basta. Que unos entren en la Administración por ser de un partido y otros no porque no lo son. Que unos alcaldes reciban inversiones y otros no. Que algunas provincias de Andalucía se vean agraviadas con respecto a las demás como es el caso de Cádiz.
Es la hora de Andalucía. Es la hora de los andaluces.
Hace dos años nos dotamos de un nuevo Estatuto para alcanzar un desarrollo pleno de nuestros derechos y alcanzar nuevas cotas en nuestro peso específico en el conjunto del país y en el contexto internacional. Sin embargo, la realidad nos demuestra que los andaluces andaluces, pese a ser los mejores, estamos a la cola.
En los últimos 25 años, los andaluces representan el 25% del total de parados nacionales. Más de 280.000 familias tienen a todos sus miembros sin trabajo y las previsiones económicas reflejan que la convergencia real con otras autonomías y el resto de Europa se aleja a pasos agigantados.
Andalucía precisa reformas urgentes y, sin embargo, llevamos ocho años en los que no se ha llevado a cabo ninguna. De hecho, de las 40 nuevas leyes que se deben aprobar para ejecutar el desarrollo estatutario sólo se han aprobado dos, la de Grandes Ciudades y la de Mediación Familiar.
En materia de financiación, el Estatuto está incumplido de la A a la Z, ya que no está preservada la solidaridad, no se ha actualido el sistema de financiación ni se ha garantizado la compensación, año a año, por la desaparición del impuesto del patrimonio.
La deuda histórica ha quedado en papel mojado y el presidente de la Junta ha sumado un nuevo incumplimiento traicionando los intereses de todos los andaluces.
Finalmente, los ayuntamientos, la administración más cercana a los ciudadanos, aún siguen asumiendo competencias que no les corresponden y que no están dotadas de fondos suficientes para ejecutarlas. El Pacto Local, pendiente desde 1990, debe ser una prioridad y, sin embargo, no sólo no se llevará a cabo sino que los ayuntamientos tendrán que cargar con el coste de la aplicación de las leyes de derecho a la vivienda y a la inclusión social.
Andalucía no puede seguir pagando la conducta irresponsable de dirigentes que tienen alergias a cualquier reforma. El futuro sólo se puede encarar desde un andalucismo constitucional, que consagre los principios de solidaridad entre los territorios, en la igualdad de todos los españoles y en la libertad para expresarnos y decidir nuestra suerte. Hay que decir basta a la doble vara de medir. Hay que decir basta. Que unos entren en la Administración por ser de un partido y otros no porque no lo son. Que unos alcaldes reciban inversiones y otros no. Que algunas provincias de Andalucía se vean agraviadas con respecto a las demás como es el caso de Cádiz.
Es la hora de Andalucía. Es la hora de los andaluces.
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