30 marzo 2010

Luna llena, noche de partos


De acuerdo a las creencias de los pueblos antiguos, la Luna era una presencia benéfica, cuya luz no sólo favorecía, sino que posibilitaba el crecimiento. Era la fuerza fertilizadora responsable de que las semillas germinaran, las plantas dieran fruto y los animales pudiesen concebir a sus vástagos. Se pensaba entonces que la mujer debía tener idéntica naturaleza, no sólo por su tendencia a “hincharse” igual que la Luna, sino que también por sus coincidentes ciclos menstruales.

Tanta es la conexión entre Luna y mujer, que la palabra menstruación significa “cambio de Luna” incluso, en muchos idiomas, se denominan ambas con el mismo término.

A través de la mitología, la Luna ha sido, como elemento “cósmico”, fuente de innumerables mitos y leyendas y ha simbolizado el principio pasivo pero fecundo de la vida. Este simbolismo impregnado de connotaciones maternales se encuentra presente en gran parte de las culturas, tanto orientales como occidentales. Para los incas, la Luna era entre otros símbolos la patrona de los alumbramientos; entre los mayas era símbolo de atracción sexual; los indios navajos creían que había más partos en Luna llena por la atracción que ésta ejercía sobre el líquido amniótico . De todos es sabido los consejos que se daban a las primigestas o los augurios sobre el sexo según la época del año o el estado de la Luna

Esta creencia popular que afirma que se producen mayor número de nacimientos durante la fase de plenilunio ha sido mantenida a lo largo del tiempo y defendida por ciertos profesionales de la salud .¿Es igual en los animales?


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