11 abril 2009

"No se lo digas a Mamá"

"Me gustaría saber la identidad de los nueve expertos en los que la ministra
Bibiana Aído se escuda para defender que una niña de dieciséis años puede
abortar sin consultar con sus padres. Me gustaría saber de qué son expertos
y si son padres y madres. Me gustaría saber en qué se fundamentan para decir
que dejar tan dramática decisión en manos de una adolescente aterrada es lo
mejor para ella. Me gustaría saber si se han parado a pensar que esa
criatura, tras mantener una relación sexual precipitada, va a empezar a
sufrir lo que la literatura científica ya ha diagnosticado ante un aborto.

El síndrome de aborto reúne quince síntomas psicológicos que van desde la
angustia al sentimiento de culpabilidad, la ansiedad, los terrores
nocturnos, la depresión, los trastornos de alimentación o de la vida sexual.
Síntomas que pueden llegar a aparecer, dicen los psicólogos de la Asociación
de Víctimas del Aborto, incluso años después de haber abortado. Me gustaría
saber con qué valor lanza la joven ministra Aído, con una sonrisa, como
quien anuncia un anticonceptivo novedoso, que una niña de dieciséis años
está tan capacitada para abortar como para casarse.

Una niña de dieciséis años no está capacitada para abortar ni para casarse,
por mucho que se esté normalizando lo que son parches en la vida. Una cosa
es que lo haga y otra bien distinta la sacudida que la vida le da a una
adolescente casada, quien sale adelante gracias a los apoyos de la familia.
Me gustaría saber quién le va a informar a una adolescente de dieciséis años
de que si se queda preñada puede abortar sin decírselo a los padres y
también en quién se va a apoyar ante semejante circunstancia. ¿En la
mamá-administración, o en su mejor amiga, con la que intercambia los
vaqueros e inventa en su habitación coreografías de Beyoncé? Me gustaría
saber si esos expertos conocen lo que es ser padres y las complicaciones a
las que nos enfrentamos para conquistar la confianza de nuestros hijos en la
difícil adolescencia.
Una niña de dieciséis años no está capacitada para abortar ni para casarse,
por mucho que se esté normalizando lo que son parches en la vida. Una cosa
es que lo haga y otra bien distinta la sacudida que la vida le da a una
adolescente casada, quien sale adelante gracias a los apoyos de la familia.
Me gustaría saber quién le va a informar a una adolescente de dieciséis años
de que si se queda preñada puede abortar sin decírselo a los padres y
también en quién se va a apoyar ante semejante circunstancia. ¿En la
mamá-administración, o en su mejor amiga, con la que intercambia los
vaqueros e inventa en su habitación coreografías de Beyoncé? Me gustaría
saber si esos expertos conocen lo que es ser padres y las complicaciones a
las que nos enfrentamos para conquistar la confianza de nuestros hijos en la
difícil adolescencia.
Por Mariló Montero

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