Artículo publicado en la revista francesa llamado Cahiers de civilisation espagnole contemporaine (Universidad de París X) escrito por Gerard Brey,miembro de la Fundaciön Casas Viejas 1933.
La restauración de la democracia se acompañó de un inmenso interés por la historia social y política del país anterior a la guerra civil, tan tergiversada u ocultada por el sistema educativo y los historiadores al servicio del régimen franquista. La publicación de nuestra Historia y leyenda de Casas Viejas (Madrid, Zero, 1976), había dilucidado las causas y el significado de aquel episodio, reconstituyendo con documentación de primera mano la trama de los hechos casi hora por hora y resumiendo los debates en las Cortes y la labor de las dos comisiones parlamentarias. Desde entonces no se volvió a tergiversar los hechos, que acabaron por encontrar (ni más ni menos, aunque a veces menos) el sitio que les correspondía en las historias generales del período o de la España contemporánea, así como en algunos portales internáuticos 1. Dos meses después de la aparición de este libro, la revista Triunfo, que en aquellos tiempos solía recordar cada semana algún acontecimiento importante de la historia contemporánea de España, publica un reportaje de Daniel Sueiro. Ha visitado el pueblo después de haber leído los reportajes de Eduardo de Guzmán y Ramón J. Sender de 1933, y compara la situación económica y social del pueblo entre ambas fechas ; recuerda lo ocurrido en la trágica noche del 11 al 12 de enero y achaca a Manuel Rojas la responsabilidad de la masacre que siguió al incendio de la choza, recordando su posterior participación en la represión franquista al principio de la guerra 2. Antes de que desaparecieran los últimos testigos, al periodista andaluz Antonio Ramos Espejo se le había ocurrido oportunamente recoger los recuerdos de algunos descendientes de las víctimas del 33 y del 36, publicándolos primero en esta gran revista nacional y luego en un libro destinado también de paso a respaldar el anteproyecto de reforma agraria – pronto abandonado – del gobierno autónomo andaluz del efímero Rafael Escuredo 3.
5 Con la muerte de los últimos veteranos libertarios del exilio o del interior fue desapareciendo una primera memoria colectiva militante, que frecuentemente quedaba reducida a la evocación de esa orden presuntamente atribuida a posteriori al gobierno (« Ni heridos, ni prisioneros. ¡ Tiros a la barriga! ») y reproducida hasta la saciedad en las publicaciones anarquistas de la posguerra en el exilio. En cuanto a la generación siguiente « del interior », organizaba en el cincuenta aniversario de la tragedia una modesta congregación militante en el pueblo, pidiendo la « recuperación de la memoria » de aquellos sucesos 4. En aquella ocasión, para recordar y honrar a los asesinados, la entonces Confederación Nacional del Trabajo-Andalucía (hoy Confederación General del Trabajo desde la escisión ocurrida en el movimiento anarcosindicalista), erigió en la principal plaza del pueblo un monumento con unos versos del poema « Vientos del pueblo » de Miguel Hernández y la leyenda « Casas Viejas 1933-1983 ». Un monumento que se trasladó posteriormente a la Plaza de los Jornaleros, siendo objeto de un acto vandálico el azulejo con los versos del poeta de Orihuela.
6 Con motivo de este cincuenta aniversario, el cuaderno dominical de Diario 16 recordaba, de forma detallada lo ocurrido hora tras hora en la ladea (sublevación, doble matanza) en un reportaje no exento de afirmaciones aproximativas, de una trascripción errónea del telegrama ministerial ordenando arrasar la choza, presentando la foto de unos detenidos posteriormente como la de algunos de los fusilados por orden de Rojas y cometiendo algún error groserísimo acerca del destino de María Cruz « la Libertaria » 5. Al margen de este relato figuraban unas breves entrevistas de tres supervivientes de aquella historia, reflejando dos de ellas dos « memorias » e interpretaciones distintas. El socialista José Suárez, que en sus declaraciones a la Comisión parlamentaria oficial de marzo de 1933, había achacado la responsabilidad de lo ocurrido a las presiones y manipulaciones de los anarquistas de Medina y Casas Viejas por las autoridades locales radicales, reiteraba en una sola frase esta acusación, haciéndola extensiva al conjunto de la derecha : « Aquello fue un movimiento manipulado por las derechas contra la República. Algunos de sus instigadores no sólo no fueron fusilados, sino que fueron luego empleados de los Domecq, como uno al que llamaban Juan Sopas », declaraba aquel que había sido alcalde pedáneo entre mayo de 1931 y agosto de 1932, fecha en que dimitió del cargo por desavenencias con el alcalde radical de Medina Sidonia. El militante anarquista Francisco Estudillo (diecisiete años en 1933), parecía replicarle al afirmar : « fue un motín coordinado y pensado, no un acto espontáneo ni manipulado, como dicen los socialistas. Reconozco que algún elemento hizo traición, pero no fue una manipulación derechista contra la República. Nosotros creíamos entonces que era posible el comunismo libertario. La miseria era un caldo de cultivo para el anarcosindicalismo 6».
7 Pero el ansia por conocer la historia campesina y obrera de la España contemporánea hasta 1936 (tan manifiesta en los años finales del franquismo y primeros de la Transición) se estaba saciando, de modo que unas editoriales comerciales especializadas en historia social no manifestaron ningún entusiasmo hacia la propuesta de una reedición de nuestra monografía. Un medio de comunicación de masas como el cine hubiera podido alcanzar un público más amplio. Pero, aunque galardonada con el premio « Nuevos realizadores » del Ministerio de Cultura, la hiperrealista película de José Luis López del Río (Casas Viejas, 1983) fue un rotundo fracaso comercial, sin duda porque no era más que una mediocre y aburridísima ilustración (a veces palabra por palabra) del libro editado en 1976, ni siquiera mencionado por el director (¡menos mal finalmente!) como fuente de inspiración suya 7.
8 Hubo que esperar los años noventa para que varios hechos contribuyeran a reactivar el interés por aquellos acontecimientos, o, al revés, patentizaran un nuevo interés por los mismos. Es así como del 8 al 12 de agosto de 1990, unos habitantes del pueblo representaron ellos mismos en la principal plaza del pueblo una obra escrita bajo el seudónimo de Wolf Helen y titulada sencillamente Casas Viejas. Uno de los que protagonizaron esta experiencia teatral escribió : « Rompimos el « tabú », e hicimos ver que no había que avergonzarse por aquellos « Sucesos », sino que teníamos que estar orgullosos de aquellos hombres que se rebelaron contra la injusticia, que lucharon y murieron por defender unas ideas, por ser fieles a un compromiso. Ese fue nuestro homenaje y por ello mereció la pena nuestro esfuerzo 8». Y a partir de entonces « lo de Casas Viejas » se convirtió localmente en « los Sucesos » magnificados con una mayúscula.
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